No es país para mujeres

A mediados del siglo XIX en Francia, había un pintor llamado Millet que se desarrolló en el estilo del realismo y pintaba a las mujeres en plena labor, todas ellas aparecían retratadas con enorme dignidad, retrataba así a las clases invisibles de la sociedad, entre ellas estaban las mujeres. Mi pequeña y barata  cámara observa a las mujeres del Perú de la misma forma que Millet lo hizo a mediados del XIX, si no me creéis, mirad las fotos que vienen a continuación.

Las espigadoras, Jean François Millet (1857)

Estas espigadoras se dedicaban a recoger los restos de los rastrojos que el resto de campesinos ya habían recogido, haciendo el trabajo que nadie quería cuando ya los demás habían acabado, como una especie de mendigos del campo, que aguantaban de manera digna y estoica su pobreza y su marginación.

Mujer cocinando frente  a su casa

Los valores del Perú de la sierra son muy tradicionales, es común pensar que las mujeres deben ser las encargadas del hogar y los niños, pero no solo esto. Son también las que trabajan la chacra (huerto o campo) y las que lo venden en el mercado. Ellas ayudan a su marido en la chacra, pero sus maridos no lo hacen en casa. Muchas veces ellas son las que más aportan en la economía familiar, trayendo dinero a casa, pero sin embargo deben pedirle permiso a su marido para gastarlo. Las mujeres acá son las que van de un lugar para otro, acarreando niños a las espaldas en sus fardos y obligaciones, son vendedoras, trabajan la tierra, cuidan de sus niños y de su casa, traen el pan al hogar, lavan las ropas, tejen en sus portales y  esperan pacientemente para llenar sus cacharros frente al agua de los Pajaritos. Después de descubrir su fortaleza uno empieza a admirarlas.

De derecha a izquierda: Resistencia, Determinación y Ternura, características de la mujer de la sierra peruana

A pesar de su esfuerzo, en la vida cotidiana se ven discriminadas de muchas maneras. El caso que conozco de cerca es el de mi compañera de voluntariado. Ella es de piel blanca y ojos claros, algo muy poco común por acá. Todos los días que salimos a comprar al mercado miles de ojos la observan sin ningún disimulo con intenciones más que dudosas. Recuerdo que muchas veces hemos salido a tomar algo de noche, hemos tenido que irnos alguna vez de algún sitio por sentirnos agredidos e incómodos por estas miradas. De hecho tenemos un pacto, ante la insistencia de muchos hombres de acercarse a ella, yo soy su novio de emergencia, para ahuyentar a los pesados, que no aceptan el no por respuesta. Me llamó mucho la atención una noche en la que todos me decían “puedo bailar con ella” a lo que yo respondía “yo que sé, pregúntele a ella” en el modo en el que me preguntaban comprendí que ellos entendían que mi “supuesta novia” y sus derechos eran completa potestad mía. Las mujeres aquí valen menos que nada a ojos de los hombres. Además existe el estereotipo de que las extranjeras son mujeres fáciles y se acuestan con cualquiera.

Imagen del interior de un taxi que demuestra la idea que se tiene de las mujeres extranjeras

Lo más impactante es que al echar un vistazo a una guía de viajes sobre Perú encontré este tema tan evidente que hasta aparece hasta en las guías, decía “a veces es conveniente inventarse un novio para librarse de los insistentes hombres”.

Otra vez hablando con una mujer, sobre una voluntaria que nos había precedido, nos contó que la voluntaria salió a tomar unas cervezas con unos chicos del pueblo, se emborrachó y le hicieron fotos en situación comprometida, obviamente se la culpó a ella de esto no a los chicos que hicieron las fotos, nótese mi ironía. Una vez más se culpabiliza a la víctima.

Haciendo la colada familiar

Los mismos hombres que juran amor eterno frente al altar, ya durante el noviazgo conviven con numerosas amantes. Algunos dicen que “el peruano allá donde va tiene novia”. Esto en el matrimonio se transforma en un mecanismo mucho más hipócrita socialmente y humillante para la mujer. En algunos casos se reconocen hijos ilegítimos al tiempo que se sigue conviviendo con el matrimonio, existen los llamados hijos “de compromiso” y los que no lo son.

Mujeres esperando pacientemente el pan

Lo peor de todo es que en muchas ocasiones se sabe y se acepta tácitamente la existencia de dos mujeres, al mismo tiempo, la casada  y la amante, todos lo saben nadie dice ni hace nada, la mujeres acatan simplemente la realidad. La rígida disciplina de cristianismo ya se sea católico o evangalista hace que el matrimonio sea una institución aunque solo en apariencia, detrás de todo eso existe una clandestinidad muy activa, donde toda la moral se infringe como si no hubiera norma alguna. Es por esta falta de respeto a la mujer y porque muchas de ellas se casan con 16 años y tienen niños ese mismo año, la razón por la que las mujeres no pueden desarrollarse personalmente.

En una ocasión participé con mujeres rurales en un Taller de Género. Fue una buena oportunidad para descubrir el trato que reciben las mujeres. Hablamos dela violencia que estas sufren. En Perú se registraron 172 feminicidios el pasado 2016.

Pregunté a las mujeres de qué forma se ejercía a violencia sobre ellas, me dieron un ejemplo de la semana pasada, dos chicas que subieron a un taxi fueron violadas en un campo de las afueras. Todos los días hay cerca de 16 violaciones en el Perú y, por lo menos una mujer es o golpeada o asesinada por su pareja.

Mural que encontré por las calles de Chiclayo

Luego me siguieron hablando de la violencia doméstica, muchas de ellas no sabían que tenían derecho a denunciar esos abusos,  o a quien acudir, otras simplemente pedían ayuda a las vecinas que en muchas ocasiones les aconsejaban “aguanta, la vida es así”. Por otra parte si se denuncia, el camino no es mucho más fácil. Existen numerosos casos en los que una mujer de zonas del interior de Perú ha ido a denunciar y ha recibido una paliza por parte de la policía, culpabilizando a la mujer con frases como “algo habrás hecho” o “seguro que no habías preparado la cena” dicho esto parece que se legitimaba la agresión.

Pero como diría Mercedes Sosa, cambia todo cambia. Y por eso es tan motivador trabajar con los niños y en especial con las niñas . Así que dirijo mí mirada a ellos, son el futuro, y me planteo que visión tienen. Ahora mismo en mi trabajo como voluntario tengo como tarea varios talleres, en uno de ellos, el de cine aprovecho las películas para «pervertir»sus mentes y mostrarles otros modelos y pautas alejados de la rígida tradición rural. En una ocasión, hace pocos días, proyectamos la película Mulán y conversamos un poco. Un plan que implique diversión es el cebo perfecto para tratar temas profundos sin darse cuenta.

El argumento, para quien no la haya visto, es el de una joven china que se disfraza y hace pasar por su padre, para alistarse en el ejército y salvar así a su progenitor. Mulán demuestra ser fuerte, inteligente e independiente, cosas que en la sociedad de la sierra peruana no se asocian a la palabra “mujer”. Además Mulán rompe con la tradición y estereotipos de su tiempo y sociedad. En uno de los ejercicios les pregunté a todos los niños que querían ser de mayores. Chicos como Jimmy, Oscar, Oliver o Wilmer querían ser doctor, entrenador de boxeo, futbolista o militar. En cuanto a las chicas, Veida quería ser veterinaria, Meilei e Iris enfermeras, Miley ingeniera y Analí doctora. Hasta aquí saco unas conclusiones, la mayoría de los chicos preferían oficios en los que prevalece la fuerza y la dominación (fútbol, policía o militar) mientras que las chicas se enfocaban más al cuidado de los demás y oficios relacionados con la inteligencia, la mayoría eran enfermeras, doctoras o ingenieras. Pero si las cosas siguen igual ninguna de ellas podrá realizar su sueño, solo podrán ser madres, ya sea por su elección o o por imposición cultural.

Madres peruanas miran a sus niños jugar

Ahora es cuando viene la segunda parte del ejercicio. Les pregunté si hubieran nacido con el sexo opuesto que oficio hubieran elegido. Ahora los chicos, transformados en chicas por mi pregunta pasaron de ser en el caso de Jimmy de doctor a profesora, Josh de ser futbolista a entrenadora de Voley, Wilmer de militar a enfermera, Aldair de Policía a doctora.

En cuando a las chicas, puestas ahora en el rol de niños estos fueron los cambios, la veterinaria se transformó en veterinario, las enfermeras mutaron a enfermeros, la ingeniera cambió por ingeniero y la doctora siguió optando por continuar sus estudios en medicina. Es decir nada cambió para ninguna de las niñas. El género era el opuesto, pero los oficios permanecieron. Sobre los chicos, solo Kevin se mantuvo de acuerdo en ser futbolista indiferentemente se su sexo.

Saqué varias conclusiones de esto, la primera es que los más pequeños todavía asocia determinados oficios a roles de género, a ningún chico se le pasaba por la cabeza que hubiera una mujer futbolista, bueno, solo a Kevin. Puede que para los chicos esta diferenciación  profesional de hombres y mujeres esta mas asumida, la esperanza es que las niñas, las más oprimidas y las encargadas de su propia liberación eligieron según sus pasiones no trastocando sus planes por cambiar de sexo.

Trabajando con mis chicas del barrio de Los Laureles

Talleres como estos son como una gota de agua que cae sobre la arena del desierto y se evapora en menos de un segundo, pero poco a poco van a ir cayendo más gotas. Otra gota es que una voluntaria venga con su pelo corto y que diga «lo llevo así por que quiero» es un mensaje que crea un cortocircuito en la mente de los niños. Una gotita más si consigues que las chicas jueguen al fútbol y que los niños lo acepten y, una gota más importante todavía, si consigues que una de ellas meta un gol y todos los celebremos juntos. Algún día lloverá, lloverá mucho, se creará un pequeño oasis en cada ciudad, lloverá tan fuerte que llevara el agua desde esos oasis hasta cada pueblo y rincón,  y estas nuevas corrientes  hundirán toda la arena de este desierto de derechos para las mujeres. Pero es pronto, todavía queda mucho esfuerzo, todavía queda mucho por llover.